LAS COLINAS DEL OLVIDO-RESTAURADA A 1000 PALABRAS

Como cada día de los últimos tres años, ella salía a su encuentro. No pensaba más allá. Su mente solo podía ver lo que su amado le ofrecía  y si bien ese ofrecimiento no duraba nada mas, que lo que dura un beso, a ella se el antojaba que aquello era el mundo.
Que había detrás de aquellas colinas, para que cada mañana al mirarlas sintiese el deseo de llegar hasta allí. Despertaba con un único pensamiento, llegar a las colinas!!!
Tomaba su baño. Peinaba su pelo rojo y maquillaba las ojeras, que ya a cierta edad no desaparecían .Costaba cada día mas  ocultar el paso, no solo de los años, también el paso del sufrimiento. Era difícil tapar con maquillaje las noches de llantos. 

Los ojos hinchados de cada mañana  volvían a la vida cada vez que miraba las colinas. Desde ese momento se activaba su ritmo y una fuerza irrefrenable la hacía vestirse rápidamente para  llegar hasta allí.
Condujo su coche si prestar atención a las señales.  No había atado su cinturón de seguridad. Olvidó que había que encender las luces. Su móvil junto a la mesita de entrada esperaba ser recogido. No pensaba perder tiempo volviendo atrás  para recogerlo…..pero….y si él la llamaba ?

Volviendo tras sus pasos, se detuvo frente a su casa , salió del coche y se dispuso a ir por su móvil  Subió al 4º piso caminando, sin paciencia para esperar el ascensor que parecía no llegar nunca. Llegó jadeante, la boca seca, las piernas temblorosas por el esfuerzo, jamás antes había subido esas escaleras, había contado 82 escalones, cuando se dio cuenta que dejó  olvidadas las llaves abajo. Apesadumbrada y cansada, con una terrible irritación por tantas contrariedades  se lanzó escaleras abajo con la velocidad de un rayo.  No tenía tiempo que perder , empezaba a amanecer y debía estar en la colina antes que el sol  despuntara. No podía esperar más tiempo.
Con su móvil ya en el bolso, las luces, ahora sí, encendidas y, el cinturón de seguridad atado, pisó a fondo el acelerador y se encaminó hacia el lugar de encuentro.
Como podía ser que su coche fuese tan lento. Su ansiedad se acrecentaba.  No se daba cuenta que la velocidad superaba lo permitido y  apretaba el acelerador como si quisiera alzar el vuelo  y en vez de un coche, llevase un avión.
Había conseguido salir de la ciudad, saltando algún que otro semáforo en rojo. Una señora de abrigo azul y sombrero blanco que se disponía a cruzar la calle en ese momento, tuvo que saltar hacia atrás, asustada y perpleja, cayendo desorientada encima de la gente. Estaba ciega. No veía por donde iba. Se conocía el camino de memoria y su coche no necesitaba ser manejado. Iba solo, como si estuviese dirigido por  un mando a distancia..
Por fin se iba acercando a las colinas. Por fin vería lo que tanta desazón le causaba.  Por fin!!!

Dejó su coche en el sendero  que tan bien conocía y tomó su cámara de fotos. Una mujer sola por esos lugares no era frecuente pero, tampoco había nadie que la pudiese ver. La temprana hora se aliaba con ella.
Cuando estuvo arriba, divisó la gran maravilla; el mar. Allí junto al mar, estaría su marinero esperándola. Buscó con ojos inquietos. No veía su barco. No veía su bandera. No había nadie que la recibiera.
Lo había esperado durante 3 años. Subió cada día a las colinas. Soñó cada noche mirando su foto.  Y ahora …¿ Dónde estaba él ?

Decidió sentarse a esperar. Ya llegaría, se dijo. He llegado demasiado pronto. 
Se entretuvo contando conchas de la playa. Una a una fue recogiendo piedras bonitas que llegarían a ser algún día un collar. Vio barquitos de pesca a los lejos del horizonte y contó gaviotas hasta mil. Refrescó sus pies en el agua y dejó que los cangrejos caminasen a su lado.

Vio aparecer el amanecer y sus ojos se llenaron de lágrimas antes la majestuosidad del sol. No quería pensar, pero pensaba. Su cabeza se llenó de dudas que iba descartando con mil y una excusas. No ha podido llegar a tiempo. No ha olvidado que hoy era el día  No ha dejado de quererme. No. No . No…
Cada no que iba descartando, le traía uno nuevo. No puede ser que no venga. No puede ser que me olvide. No puede ser que…
Se tumbó en la tierra y cerró los ojos. Pensó en todo cuanto la vida le había proporcionado. Una familia, unos hijos. Recordó su niñez y vio la niña que fuera, paseando por playas de arenas blancas, sombrillas de colores y casetas a rayas. Vendedores de sultanas con sus batas blancas, canastos de mimbres y el olor a coco por toda la playa. Dejó que los recuerdos y la  brisa le acariciaran y esa caricia le traía amargura.
Llegó  el amanecer y con él toda la luz del sur. Una luz maravillosa de tonos azulados. Ella seguía tumbada en la tierra mojada por el rocío de la noche .Las luces de la mañana dejaban en su piel pequeños arco iris al contacto con las gotas de rocío. No sentía frió, al menos no ese frío del cuerpo. Estaba helada por dentro.
Entró el medio día con su sol abrasador, sus rayos incandescentes, amarillos y naranjas con reflejos plata en el agua y, ella seguía tumbada en la tierra. Entre los pinares cercanos de la playa, se oían chicharras cantarinas y el olor del pinar, embriagaba.
Cayó la tarde como un manto de sombras y los pájaros de pronto callaron, anunciando la noche . Nada se oía  Nadie había. Hasta el mar había quedado mudo como una postal. Ningún barco a la vista. Las olas quietas. El horizonte perdido.  Ella seguía tumbada en la tierra, inmóvil. Nada la sobresaltaba ya.

Amanece un nuevo día en la playa. Un pescador con su caña y aparejos de pesca, su nevera con provisiones, chanclas viejas, chaqueta de lana que mitigue el frío de la mañana,  radio en el hombro  donde escuchar las noticias del día.

.- Encontrada una mujer muerta en las Colinas del Olvido. Al parecer una insolación al quedarse dormida. No se sabe su  nombre. Entre sus pertenencias, una foto de un marinero con un mensaje  al dorso que dice. "Espérame en las Colinas del Olvido"…

Asunn Vico


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