Triste culo de hija desarraigada
Decidió que no volvería a visitar a sus padres tan a menudo, para qué, si no hablaban casi y cuando lo hacían, repetían una y mil veces las mismas historias aburridas de cuando eran pequeños, ella y sus hermanos. Era cansino ya sentarse en aquél destartalado sofá de terciopelo azul, que tantas batallas de cruzados había aguantado. Descolorido y deformado, ocupaba un lugar de honor en el viejo salón de la casa, rodeado de viejas mesas estufas, con paños de crochet y piezas de latón descoloridas. Le daba asco sentarse en ese sofá, donde antes, echaba la siesta después de leer un cuento. Ahora , al visitar a sus padres, debía pensar en que hueco se sentaría para no hundirse, poniendo los cojines que lo adornaban como soporte donde aposentar su triste culo de hija desarraigada. Las visitas de cada domingo, eran cada vez mas espaciadas y excusadas con pretextos que sus padres aceptaban sin mas, sabidos que no podían decidir cuando les gustarían que sus hi...